domingo, 14 de diciembre de 2025

El problema de la procrastinación y la educación (I)

🪲Comienzo a analizar un problema que requiere de una autorregulación diaria. Me basaré en artículos científicos y reportajes verificados. Empezamos poniendo el foco sobre los estudiantes universitarios. 

Presentación: La realidad de la postergación académica

La procrastinación académica se define como el acto voluntario, pero irracional de postergar tareas o acciones respecto a lo previsto, generando consecuencias perjudiciales para la persona. No se trata simplemente de pereza o falta de disciplina, sino de un fenómeno psicológico complejo que afecta a un porcentaje significativo de estudiantes universitarios. De hecho, entre el 70 y el 90% de los estudiantes universitarios reconocen postergar sus actividades académicas, y aproximadamente un 30-35% lo hacen de manera habitual. Este comportamiento es particularmente preocupante en el contexto de la educación superior, donde requiere mayor autonomía en el aprendizaje y capacidad de autorregulación.

El problema se intensifica cuando consideramos que casi el 50% de todos los estudiantes experimenta un malestar intenso por esta conducta, y la gran mayoría desearía poder reducirla. La procrastinación no es meramente un hábito académico; representa una insuficiencia en los procesos de autorregulación que puede provocar sentimientos de ansiedad, inquietud, agotamiento, depresión y sentimientos negativos. Es especialmente crítica en estudiantes de formación inicial del profesorado, puesto que estos futuros educadores terminarán siendo modelos de procesos de enseñanza y aprendizaje para sus propios alumnos.


Nudo: Causas, impactos y mecanismos de la procrastinación

Entender por qué los estudiantes procrastinan es fundamental para abordar el problema. La investigación identifica múltiples causas que operan simultáneamente. La falta de energía y autocontrol emerge como la razón más explicativa de la conducta procrastinadora, seguida del perfeccionismo desadaptativo, la búsqueda de excitación y la ansiedad a la evaluación. Existe también una relación significativa con dimensiones emocionales: una baja autoestima, elevados niveles de ansiedad o estrés diario, y falta de empatía personal favorecen esta conducta.

Un hallazgo particularmente revelador es la conexión negativa entre procrastinación y estrategias de aprendizaje metacognitivas. Las estrategias metacognitivas—aquellas que implican planificación, regulación y evaluación de los procesos de aprendizaje—muestran una correlación de -0.49 con la procrastinación. Los estudiantes procrastinadores no utilizan adecuadamente estos mecanismos autorregulatorios: no planifican sus tareas, fallan en supervisar el cumplimiento del plan realizado, y no aplican medidas correctoras cuando es necesario. De manera similar, las estrategias socioafectivas—que incluyen búsqueda de apoyo social, cooperación y regulación emocional—presentan una correlación de -0.35 con la procrastinación.

Las consecuencias de la procrastinación no tratada son amplias e interconectadas. A nivel psicológico, genera malestar que se retroalimenta constantemente. A nivel físico, la acumulación de estrés se traduce en insomnio, dolores musculares, fatiga y cefaleas. Cognitivamente, afecta la capacidad de concentración y la gestión del estrés. En el contexto académico específicamente, la procrastinación muestra una correlación negativa significativa con el rendimiento académico de -0.30, impactando más profundamente en calificaciones de tareas inmediatas como exámenes y trabajos. Los estudiantes que procrastinan habitualmente presentan menor motivación intrínseca, un locus de control más externo, y menor autoeficacia académica.

https://www.psicoadapta.es/blog/locus-de-control/

Existe también una dimensión de género notable: los varones presentan conductas procrastinadoras con mayor intensidad que las mujeres, atribuyendo principalmente su postergación a la búsqueda de excitación, mientras que las mujeres la atribuyen más a la falta de autoconfianza y baja asertividad. Sin embargo, ambos géneros reconocen que esta conducta les perjudica y desearían reducirla.[1]


Desenlace: Hacia la prevención y la transformación

Aunque la procrastinación presenta múltiples factores causales, la investigación también revela caminos hacia su reducción. Dado que las estrategias de aprendizaje son procedimientos intencionales, conscientes y aprendidos, pueden ser enseñadas y desarrolladas. Una intervención clave consiste en incorporar explícitamente la instrucción en estrategias de autorregulación y metacognitivas al inicio de los estudios universitarios, momento crítico en que los estudiantes deben adaptar sus habilidades previas a las exigencias universitarias.

Las acciones recomendadas incluyen: 

  1. Entrenamiento en autorregulación y gestión del tiempo, elementos fundamentales en la formación de futuros educadores.
  2. Instrucción en reducción de ansiedad ante la evaluación, mediante la planificación graduada de tareas y entregas que no dependan solo de resultados inmediatos.
  3. Tutorización y mentoría con estudiantes, permitiendo modelado de procesos de autorregulación por parte del profesorado.
  4. Fomento de estrategias socioafectivas, como búsqueda de apoyo social y cooperación que reduzcan aislamiento y ansiedad.
  5. Flexibilidad instruccional, que promueva percepción de autonomía y expectativas de logro.
Imagen generada con IA (Perplexity)

Es esencial reconocer que la disponibilidad de tiempo no es el factor determinante, sino la planificación y autorregulación que se haga del mismo. Estudiantes que trabajan mientras estudian no procrastinan necesariamente más que aquellos dedicados exclusivamente a la academia. Lo que marca la diferencia es la capacidad de cumplir planes realizados y supervisar su ejecución, no el momento en que se comienza una tarea.

Para los estudiantes de formación del profesorado, esta transformación es especialmente crucial. Los futuros educadores que aprendan a autorregularse y a aplicar estrategias metacognitivas efectivas terminarán enseñando estas habilidades a sus propios alumnos, previniendo el desarrollo de conductas procrastinadoras en edades tempranas. Así, el combate contra la procrastinación en educación superior no es solo una cuestión de rendimiento académico individual, sino una inversión en la prevención de futuras generaciones de estudiantes procrastinadores.

La procrastinación en educación es un problema multidimensional que requiere intervenciones igualmente complejas: educativas, emocionales y organizacionales. Su resolución depende menos de la voluntad individual aislada y más de sistemas de apoyo institucional que enseñen, modelen y refuercen los procesos autorregulatorios necesarios para el éxito académico y profesional.

🌱En posteriores reflexiones iremos viendo que la procrastinación no es un problema exclusivamente moderno, aunque sí ha adquirido características particulares en contextos contemporáneos.

Referencias utilizadas:

  • Martín-Antón, L. J., Aramayo-Ruiz, K. P. ., Rodríguez-Sáez, J. L., & Saiz-Manzanares, M. C. (2022). La procrastinación en la formación inicial del profesorado: el rol de las estrategias de aprendizaje y el rendimiento académico. Educación XX1, 25(2), 65–88. https://doi.org/10.5944/educxx1.31553



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